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La soberanía paraguaya a merced de las transnacionales


Adriano Muñoz Perez

Hace tres días, el gobierno de facto de Federico Franco, a quien el pueblo democrático paraguayo no reconoce como presidente, firmó un decreto que habilita la liberación de semillas transgénicas para su entrada y siembra dentro del territorio paraguayo. Con este hecho se percibe claramente las razones del golpe de Estado Parlamentario, perpetrado el 22 de junio pasado, contra el Gobierno de Fernando Lugo, quien durante su gestión ha tenido políticas ambientales que había cuestionado y congelado la habilitación de semillas transgénicas, por su peligrosidad para la salud y para el ambiente.
Con este hecho, a solo dos meses de haber asumido el Gobierno, los golpistas han terminado de concretar la violación de la soberanía nacional, energética,
territorial y alimentaria; desde una plataforma político-jurídica que favorece a las corporaciones multinacionales como Monsanto, Río Tinto, Alcan para su apropiación de los recursos naturales del país.
Organizaciones sociales, ambientalistas, ciudadanía consciente y científicos comprometidos con la vida, ven este hecho sumamente grave por poner en severos riesgos la vida y el equilibrio de los componentes naturales del ambiente.
La población paraguaya conoce sobre las graves consecuencias de los transgénicos y su paquete tecnológico, con pesticidas y herbicidas, al tener un niño mártir en Itapúa, quien falleció a consecuencia del envenenamiento por el Round up. Según un estudio reciente, 2 de cada 5 niños nacidos en zonas del Departamento de Itapúa, nacen con malformaciones; así como los innúmeros problemas de la piel, alergias, aumento del cáncer de todo tipo, enfermedades respiratorias y muchos otros problemas de salud que aumentan en sincronía y proporcionalmente con el aumento de la siembra de semillas transgénicas en el país.
Para el colmo de males, el gobierno de facto y sus secuaces golpistas, se llenan la boca en discursos sobre la soberanía, ¿A qué soberanía se refieren? Porque no solamente están vendiendo territorio, sino además,  con el ingreso de las semillas OGM, se están eliminando las semillas criollas y nativas. Entonces, ahora el campesino paraguayo debe comprar a Monsanto las semillas para producir, convirtiendo a este sector dependiente de un mercado excluyente y monopólico, como son las transnacionales: Como se sabe solo cinco empresas controlan a nivel mundial la elaboración y venta de productos químicos,  por su parte Monsanto controla el 100% de las semillas transgénicas.
El Paraguay soberano de los golpistas, ya tiene a gran parte de las tierras de los Departamentos de Canindeyú (63%), Alto Paraná (63%), Caaguazú (62%), Amambay (41%), Itapúa (44%) y  Alto Paraguay (34%) en manos extranjeras. Con la liberación de las semillas transgénicas, la expulsión de la población campesina que alcanzó 10 % en los últimos 10 años, se acelerará aún más; además de las consecuencias nefastas e irrecuperables para el medio ambiente.
Esta política es implementada, maquinada y defendida por el gobierno de facto, los grupos de poder económico y los medios masivos de comunicación. Ellos defienden un modelo de producción destructivo tanto para la salud humana como para todo ser vivo, además de multiplicar la miseria y el hambre, favoreciendo a unos pocos capitalistas, quienes negocian y lucran con la vida, mercantilizando la naturaleza sin importar las consecuencias. Queda claro que este grupo económico es el responsable del cambio climático y sus consecuencias que ponen en peligro de desaparición a la especie humana.
Frente a esta arremetida,  los movimientos sociales y la comunidad campesina organizada se mantendrán en pie de lucha en la defensa del territorio y la biodiversidad.
¡La soberanía no se negocia, se defiende!